¿Nuevo Ministro de Energía o Energía de
última Longueira?
Pablo Longueira es el sexto Ministro
de Energía de facto en menos de 3
años. Siete en estricto rigor, si agregamos a Marcelo Tokman, miembro del CADE
(Comisión Asesora para el Desarrollo Eléctrico) del gobierno actual. Todos
comparten un modelo de desarrollo eléctrico que desde el punto de vista
energético, de la competitividad, y ni qué decir de la sustentabilidad, clama
por su cambio.
Conocido su prontuario privatizador,
el nombramiento de Longueira tiene tres propósitos inmediatos: imponer la
“agenda eléctrica” de las grandes eléctricas, “reparar” errores técnicos de
parte de los fugaces Ministros que se han sentado en el sillón ministerial y,
finalmente, amarrar y fortalecer ciertos nichos estratégicos con medidas
irreversibles a meses de una próxima elección presidencial.
Sólo cabe a ilusos afirmar en este
contexto que Chile tiene política energética. O a los francamente comprometidos
con el modelo. Con este
modelo. El gobierno actual reprueba en energía: Chile es más vulnerable y
dependiente, posee una energía cada vez más cara, el aumento de precios de la
energía es sostenido y la carga de ésta en los presupuestos familiares y Pymes
se acrecienta. Somos menos competitivos según empresarios mineros, los
proyectos se judicializan, las cuencas y territorios comienzan a mostrar signos
evidentes de agotamiento y el fomento de las opciones sustentables son meros
saludos a la bandera.
También en ese contexto, la obscena
colusión entre consorcios y cadenas de la prensa nacional (dos) y “expertos”
-casi todos del CADE-, de eléctricas o energéticas, resulta grosera e impúdica.
Titulares y editoriales de estas cadenas pregonan con ritmo de letanía: cortes
de suministro a la vuelta de la esquina; sugerencias de todo tipo voceadas por
responsables de megaproyectos; livianas entrevistas a ex - Presidentes de
países vecinos involucrados en juicios por corrupción; cuestionamiento a las
causas e incluso el fenómeno mismo del cambio climático; lo caras que son las
renovables; pomposos anuncios de medidas y eventos relacionados con el uso
eficiente de la energía que ni siquiera rasguñan la matriz energética; insistentes
prestaciones de técnicos y académicos nacionales a favor del lobby nuclear, y
una larga lista de etcéteras, que resultan francamente irritantes, por lo
falsas, orquestadas, erróneas y desinformadoras de la realidad energética
nacional e internacional.
El nombramiento de Longueira como
Ministro de Energía de facto es
acorde a las circunstancias: les queda poco y deben amarrar carreteras
eléctricas, interconexiones y megaproyectos. Paradójicamente además, lejos de
jugarse en el ámbito técnico como siempre han defendido los técnicos y expertos
del CADE, de la Alianza y pías
Universidades, se la jugarán en el ámbito político –léase Parlamento– relegando
al consumidor y al ciudadano a la categoría de rehén al que nos han conferido
las reglas del juego de un modelo de desarrollo energético implantado por más
de cuatro décadas.
Mal, todo mal: la energía de última
hora, es cara, impopular e ineficiente, Ministro Longueira. Eso si, la
pagaremos todos los que estamos al frente. O sea la mayoría. Las reglas del
juego de los mercados energéticos deben ser cambiadas. Y sus Ministros de facto
y defensores del modelo también, para beneficio del país, del medio ambiente,
de los ciudadanos y, también, de las empresas eléctricas y la industria
nacional, pero sobre bases más justas, equitativas y sustentables.