Los estadistas no están obligados a
saber de lo que hablan o...
la Revolución Energética de Pacheco
Pacheco vino
a Osorno. Lo trajo la Universidad de Los Lagos prestándose para una incipiente
campaña presidencial. ¿Qué dijo? Habló de su Revolución Energética. Veamos si
es tal. La matriz energética primaria se mantiene sin cambios, desde hace casi
décadas pese a que el mundo desarrollado ha cambiado significativamente. Sin
cambios quiere decir que las renovables tienen una escasa participación de
menos del 8% en el total del consumo energético y en la matriz eléctrica no
supera el 17%. De los grandes proyectos solares, casi todos arrimados a la
dispendiosa industria minera, menos de una
mitad se hicieron de los que fueron anunciados. Buen número de ellos
“enfrentaron serias dificultades financieras”como decía la prensa especializada
respecto de proyectos de renovables frustrados. Chile mantiene su dependencia
de combustibles fósiles y su matriz eléctrica es fundamentalmente carbón (40%
del total) socavando promesas de matriz limpia firmados en París y otras
conferencias. Historias de autogol como el de los medidores. Las energías
renovables para la gente se postergan. No se sabe para cuándo, pero con la
miopía de responsables nacionales y bien amarrada reglamentación por parte de
las empresas eléctricas no será pronto. Siguen siendo caras e inaccesibles para
la mayoría. Pacheco (ni su revolución) habló de leña en Osorno pues la verdad es
que no tiene idea. O casi. Dijo que debía ser ley…menudo y sesudo aporte! La
leña sigue estando omnipresente en la matriz energética del sector residencial del
Chile Centro-Sur acaparando más del 72%
del presupuesto familiar desde las VI hasta la XI región. Para un candidato a
lo que sea de la elite, no hablar de leña, no dar señales de opciones respecto
de cómo se calefaccionarán las familias del centro – sur de Chile es
inadmisible y peor aún si ha sido Ministro de Energía ¿Las tarifas eléctricas? Pese
a sus promesas de bajarlas, subieron por lo menos entre un 10 y 15%! Las del
gas también. Su débil investigación respecto de las rentabilidades de las
gaseras, monopólicas o casi totalmente integradas - industria del gas licuado y
gas natural casi los mismos dueños- siguen superando márgenes establecidos por
Ley. Demás está decir que la ENAP (virtualmente quebrada por 2ª o 3ª vez en
igual número de décadas) que nos hereda junto a Tokman, tampoco estará en las
opciones de futuro. ¿Innovación y cambio tecnológico de esta Revolución? Cero o
casi. Chile importa hasta los tornillos de las eólicas y fotovoltaicas. El
casi, sorprendentemente, es por el dificultoso esfuerzo que constato en
relación a la biomasa en el sur (leña). Par de ejemplo de ellos: http://nouvachile.cl/#videos, www.energiainteligente.cl e www.iLeniaSoft.cl. Ni las eléctricas, ni las gaseras tienen absolutamente
ningún interés en innovar ni en promover el cambio tecnológico dada la elevada rentabilidad
de la cual siguen gozando y en constante aumento. Lo más grave es que la revolución
de Pacheco, aplaudida por casi todos los sectores políticos, incluyendo
ambientalistas y por un Al Gore completamente desinformado del precario
panorama energético chileno, olvida lo esencial: la urgente necesidad de
redefinir una estrategia energética que concilie los desafíos de desarrollo y
crecimiento con aquellos que derivan del cambio climático y con respuestas posibles
de asumir por pymes y consumidores nacionales. No es el caso.También obliga a asumir
los desafíos locales de contaminación del aire y territorios con soluciones
verdaderas, al alcance de la gente y no aquellas que él prometía hace algunos
años atrás con el gas natural proveniente del fracking, tecnología prohibida en la gran mayoría de países de la
OCDE por contaminante y aceleradora de gases de efecto invernadero. Olvida también
esta sui generis revolución que las estrategias energéticas se establecen en
función de modelos de desarrollo específicos y no pueden ser copia automática
de fórmulas de países del hemisferio norte ni de intereses de corto plazo, ni menos
de las rentabilidades de las grandes empresas. Peor aún, es inconcebible a
estas alturas no asumir la envergadura de los desafíos asociados al cambio
climático en un país altamente vulnerable y que debiesen reflejarse en
propuestas veraces, auditables, viables y de corto, mediano y largo plazo, con
compromisos y responsabilidades cobrables, por nuestra generación o las que
vienen. Acá hay pobreza energética y en serio. Acá se requieren soluciones
propias a nuestra disponibilidad de recursos naturales y habilidades. Después
de leer a Pacheco me he quedado convencido que, como en este y otros muchos
casos, no se le puede pedir al estadista ni menos a un potencial candidato que
sepa de lo que hablan pero que te vengan a contar historias a tu propia casa es
demasiado.
Osorno, abril del 2019