La Propuesta Energética (Eléctrica) Estratégica al 2030: ¿usuario, ciudadano o rehén?
El
Presidente de la República ha lanzado un Plan Estratégico Energético al 2030
cuyos puntos esenciales ya habían sido dados a conocer a principios de este
año.
La
propuesta energética posee la misma lógica de propuestas anteriores: más energía sin importar cómo la usamos, ni,
cabalmente, sus impactos ambientales. En esta nea Propuesta impera la lógica
del negocio de unos pocos y para que pague el resto: Uds, nosotros, la Pyme y
el medio ambiente. Paradojalmente, lo único que hace esta propuesta es asegurar
la incertidumbre en el largo plazo porque las medidas que da a conocer no sólo
se alejan de lo recomendado por el mundo desarrollado, sino y lo que es peor,
están condenadas al fracaso por ser más de lo mismo pero peor.
No se
trata de un Propuesta Energética sino Eléctrica (ésta propuesta sólo trata del
16% de la matriz energética o conjunto de nuestra demanda). Para la gran
mayoría de las necesidades energéticas: transporte y necesidades de calor, por
mencionar un par de ellas, no hay propuesta alguna. La preocupación central de esta
Propuesta es el suministro de electricidad a las grandes mineras por un lado, y
de garantizar a las eléctricas continuar gozando de rentabilidades
excepcionales; y el rol de rehenes de los usuarios.
Una Propuesta
hasta el 2030, a espaldas de la gente, que no considera al Parlamento ni las
organizaciones ciudadanas, constituye un gesto de arrogancia consistente sólo
con el origen y ánimo de sus gestores: los asesores de las propias eléctricas y
de los servidores de un modelo de desarrollo eléctrico fracasado e ineficiente.
Esta afirmación está avalada por las continuas caídas de sistema, por tener las
tarifas más elevadas de continente y del mundo, rentabilidades escandalosas
frente a constantes alzas de tarifas, una matriz eléctrica cada vez más sucia y
contaminante.
El
pretendido fomento de medidas para el uso eficiente de la energía (EE) y energías renovables (ERNC) no es
cierta. Ello se constata al revelarse algunos hechos contundentes: la ley de
Presupuesto del 2012 redujo en un 27% (real) los fondos acordados al Programa
de ERNC y el presupuesto de la Agencia Chilena de Eficiencia Energética
disminuyó en un 14%. En EE se carece de objetivos sectoriales precisos, ni se
detallan instrumentos financieros y económicos e institucionales que avalen y/o
garanticen las vagas promesas incluidas. No existen, como se advierte en las
experiencias exitosas en países de la OCDE, instrumentos de monitoreo, ni
obligatoriedad de compromisos de ahorro anuales. En ese contexto sellos,
estándares mínimos de eficiencia energética (MEPs), mayor información y
auditorías (nada nuevo), es claramente insuficiente y es continuidad de una
política mínima e ineficaz frente a los desafíos estratégicos nacionales de
desarrollo. La experiencia
mundial permite afirmar que, desacoplar el consumo de energía de su producto o
de su producción, sin intervenir los mercados eléctricos por las barreras que
existen en ese mercado, es tarea imposible. Peor aún, mientras el uso eficiente
no sea tratado como una verdadera fuente de energía, la más importante de las
fuentes de energía, ésta no aportará los “negawatts” necesarios para un
desarrollo sustentable.
Cualquiera
sea la opción tecnológica para responder a la creciente demanda eléctrica,
necesariamente deben cambiarse las reglas de juego del mercado eléctrico
chileno: el más vendo más
gano prevaleciente por el mejor usamos la energía más
ganamos todos. Mantener las reglas del juego tal cual, es no sólo un gran error sino una
provocación. Los costos los seguirá pagando la gente, la Pyme y el medio
ambiente. Un ejemplo: cambiar las reglas del juego significa incorporar las
externalidades ambientales en los precios de la energía eléctrica. Acorde a
fuentes especializadas de EEUU (Paul
R. Epstein y otros, Full cost
accounting for the life cycle of coal, ANNALS
OF THE NEW YORK ACADEMY OF SCIENCES; Issue: Ecological
Economics Reviews, 2011)e involucra a un conjunto de prestigiosas
instituciones americanas y una británica[i], el impuesto al carbón en la
generación de electricidad debería ser algo así como 15 a 17 veces de lo que
hoy sugieren algunos asesores de las eléctricas en Chile. Tales magnitudes
harían que en nuestro país las ERNC se volvieran más rentables y competitivas
que todas las centrales térmicas a carbón previstas en el Plan de Obras. De
este necesario cambio de la normativa nada dice la Propuesta.
Pequeños
cambios de un modelo ineficiente como sugiere la Propuesta no sirve para los
desafíos energéticos, de desarrollo y de cambio climático que enfrenta Chile.
Al respecto, se debe señalar que la propuesta consolida una matriz eléctrica
que aumenta aceleradamente su contribución al fenómeno del cambio climático.
Los
verdaderos problemas y desafíos energéticos son soslayados, no reconocidos,
postergados: la dependencia y vulnerabilidad de nuestra matriz, la pérdida de
competitividad de nuestra economía, el sostenido crecimiento de precios y
tarifas frente a las rentabilidades de las empresas energéticas, la crisis
crónica del sector eléctrico (según propios dichos de conspicuos expertos del
Gobierno y mercuriales por cierto), la elevada concentración, entre otros.
Esta
(pretendida) mirada de largo plazo de parte de empresarios y de grupos de
poder, excluyen los necesarios cambios y las verdaderas opciones en el sector
energético en su conjunto: el hidrógeno, las celdas de combustibles, las
energías renovables en todas sus expresiones, nuevos modelos de negocios y de
gestión de la energía, la desconcentración de los mercados, la generación
distribuida, la cogeneración, una nueva ENAP y sobre todo, la adopción de
medidas que apunten a perfiles y estilos de desarrollo menos voraces en energía
y agua. Una mirada de futuro exige además compromisos
serios en el ámbito de la investigación y desarrollo. Esa propuesta también lo
omite.
En suma la
Propuesta Energética Estratégica pareciera no ser, ni propuesta (modelo
impuesto), ni energética (eléctrica) ni estratégica (asegura incertidumbre,
vulnerabilidad, dependencia y precios cada vez más elevados). Usuario,
ciudadano o rehén? A nosotros de decidir tal cual ha sido el rechazo a
Castilla, Hidroaysén e Isla Riesco, y ojo la (n)opción nuclear.
[i] Center for Health and the Global Environment, Harvard
Medical School, Boston, Massachusetts. Environmental Science and Risk
Management Program, Department of Environmental Health, Harvard School of
Public Health, Boston, Massachusetts. Accenture, Sustainability Services,
Philadelphia, Pennsylvania. Department of Community Medicine, West Virginia
University, Morgantown, West Virginia. Wheeling Jesuit University, Wheeling,
West Virginia. Post Carbon Institute, Santa Rosa, California. Boston University
School of Public Health, Boston, Massachusetts. Kentuckians for the Commonwealth, London, Kentucky.
Department of Pharmacotherapy, Washington State University, Spokane, Washington.
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