CHILE Y LA OPCION NUCLEAR
Matias Negrete-Pincetic,
Ph.D. en Ingeniería Eléctrica,
University of Illinois
at Urbana-Champaign
Investigador,
University of California, Berkeley.
Sumado a una seguidilla de desafortunadas decisiones
tomadas por el actual gobierno en temas energéticos: modificar la promesa de
tener una meta para ERNC de 20% a 10% al 2020, reducir el presupuesto de la
agencia de eficiencia energética, y proponer un plan para el desarrollo
eléctrico sin objetivo estratégico concreto, se suma el anuncio de retomar los
estudios para implementar la energía nuclear para la generación de electricidad
en Chile.
Este anuncio ha sido recibido con aplausos por
diversos sectores que siempre han presentandola idea de una planta nuclear en
Chile como una de las posibles soluciones a todos nuestros problemas
eléctricos. Lla atención la simplicidad y falta de humildad con que se emiten
opiniones en un tema tan complejo como este que va mucho más allá del simple
suministro eléctrico.
Mientras lo anterior sucede en Chile, el mundo está
claramente moviéndose en otra dirección. En el caso particular de la energía
nuclear, países como Alemania, Suiza, Bélgica e incluso Japón han entrado en
una fase de reducción de su dependencia nuclear. En el caso alemán, por
ejemplo, el objetivo impuesto es cerrar todas las plantas el 2022. De igual
manera, la planificación y diseño de los sistemas eléctricos y de energía está
sufriendo grandes cambios en sus paradigmas: moviéndose
desde la idea de grandes plantas y generadores al nivel de transmisión, a
generación distribuida, más cercana a los centros de carga y situada al nivel
de la distribución; donde la aplicación de tecnologías de la información
permitirán un control en tiempo real, haciendo más eficiente la operación e
integración de fuentes renovables y sustentables. La implementación de estas
tecnologías en el mundo industrializado ha hecho posible el surgimiento natural
de nuevos modelos de negocios, donde por ejemplo, la participación activa de la
demanda se incentiva y se fomenta.
En Chile, sin embargo, la opción continúa siendo la
construcción de mega-centrales de todo tipo y en particular ahora nucleares,
como la gran solución a nuestros
problemas energéticos. De paso, seguir con un diseño de mercado enfocado
principalmente en la oferta, generando el perverso incentivo de “mientras
más vendo, más gano”. El “mejor usamos la energía, más
ganamos todos” no es algo incentivado en el actual modelo.
Los argumentos del porqué nuestro país no debiese
considerar la energía nuclear son múltiples. Sin embargo, una de las razones
más simples, pero a la vez profundas, esta basada en lo complicado de
cuantificar el riesgo real de falla de un sistema altamente complejo como una
planta nuclear, instalado en el país más sísmico del mundo.Muchos pregonan un
falso estado de seguridad, usando “estadísticas” y análisis de riesgo
disponibles como justificación. Sin embargo, es necesario mencionar, que
expertos en el área de análisis de riesgo debaten incluso en la actualidad
acerca de la real validez de dichos estudios, y el especial cuidado que hay que
tener al interpretarlos.
Análisis de desempeño o riesgo usando modelos
probabilísticos son generalmente buenas herramientas cuando estamos lidiando
con incertezas, costos y beneficios relacionados a eventos frecuentes: tráfico
en redes, colas en un banco, llegadas y salidas de buses, consumos eléctricos,
etc.Sin embargo, en el terreno de eventos con bajísima tasa de ocurrencia,
donde no solo las incertezas sino que también la ignorancia está muchas veces
presente (ni siquiera sabemos que no sabemos), la obtención de los
elementos necesarios para realizar dichos análisis es prácticamente imposible,
resultando en que cualquier análisis probabilístico o de riesgo en estas
circunstancias sea bastante cercano a un ejercicio de clarividencia.
Pero, ni siquiera es necesario pensar en un
escenario catastrófico tipo Fukushima o Chernobyl, para evidenciar los riesgos
de una planta nuclear en Chile. Hay argumentos asociados con la seguridad de
suministro, la operación de los sistemas eléctricos, y la viabilidad económica
que deben ser considerados e entregados a la opinión pública.
Lo que la evidencia empírica muestra es que la
mayoría de las veces que las plantas nucleares han sido expuestas a sismos de
importancia han tenido problemas. Estos problemas no significan grandes
accidentes o catástrofes, sólo que la planta al ser un sistema altamente complejo,
queda fuera de operación por un largo tiempo. Ya Japón tuvo serios problemas en
un recinto nuclear con un sismo 6,6 hace unos años. Dicho complejo estuvo fuera
de servicio alrededor de 2 años. ¿Acaso alguno de los que apuestan con tener
plantas nucleares en Chile, han considerado lo poco robusto y confiable que
sería el sistema eléctrico en esas condiciones?¿Que pasaría en un sistema de
escala tan reducida como el chilenosi dejamos fuera de servicio por varios años
plantas de gran capacidad, sacando grandes bloques de suministro por largo
tiempo? ¿Quién se haría cargo de la crisis energética que eso produciría? ¿Y de
tales costos?
Todos los argumentos anteriores, se suman a otros
ampliamente reconocidos: los casi inmanejables costos de inversión los cuales
la mayoría de las veces sobrepasan en varias veces las estimaciones iniciales,
el manejo de residuos que exige vigilancia a perpetuidad, el perfil estratégico
militar que eventualmente esta opción pudiese tener, el impacto de ser un “país
nuclear” en otras industrias como la agroalimentaria, y finalmente la
dependencia en tecnologías, infraestructura de manejo de crisis y suministro de
combustible que Chile no dispone.
¿Realmente queremos como país embarcarnos en una
tecnología de estas características, desacoplada de la tendencia en sistemas de
energía, cara, riesgosa y ciertamente no sustentable?
Muchos dirán, pero son solamente estudios!, no
debemos cerrarnos a estudiar. Esto es, en general, verdad. Sin embargo, en este
caso en particular, ¿No es acaso mucho más sensato enfocar los escasos recursos
que el país invierte en investigación y desarrollo, y destinarlos al desarrollo
de tecnologías sustentables, cada vez más competitivas, donde Chile tiene
realmente todo un potencial esperando ser desarrollado? ¿No es el problema
energético de Chile también una gran oportunidad para empezar a desarrollar una
industria avanzada y aspirar a ser líderes en el desarrollo de conocimiento,
tecnologías y modelos de negocios asociados a estas materias? Lo que el
gobierno decida hoy en materia energética tendrá repercusiones en el desarrollo
energético e industrial de Chile por varias décadas.
Esperemos, y es bueno ser optimistas, que puedan estar a la altura.
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